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Capítulo 2,página 9

Capítulo 2,página 9

Wesley estaba acostumbrado a ver casos en los que había una familia monoparental, pero creía muy diferente ver una familia donde los padres estaban separados o divorciados que una pareja donde uno de los dos cónyuges había fallecido. En este último caso, los niños actuaban de dos maneras: rebelándose contra el mundo, quizás por debilidad del otro cónyuge, que apenado por las circunstancias tampoco puede brindar lo mejor de si mismo a su hijo o hija; o actuando de una forma más madura que su edad dice, cosa que hace que no exprese a los demás lo que siente y a veces le cueste hacerlo. Esta segunda manera era la que tenía Pol, y por eso creyó que el que descargara todo lo que sentía era lo mejor que podía hacer. Lo malo viene cuando te lo dejas todo dentro de ti.

 

            En cuanto a Lucía, la madre de Pol, sucedía tres cuartos de lo mismo. Mujer de unos treinta y tres años, tenía una belleza extraordinaria, con unas pestañas largas y bonitas que realzaban su mirada en ocasiones triste y perdida en otro lugar, y tenía el cabello pelirrojo, trenzado y moderno. Tenía una personalidad fuerte, y aunque había conseguido más o menos rehacer su vida, le costaba todo mucho más que antes. No era fácil cargar sola con el peso de una casa. Tener que llevar el sustento a casa, hacer la comida, la cena, ir a buscar y recoger al niño al colegio, prácticamente no tenía tiempo ni para ella misma. Por suerte, tenía a sus vecinos, a los que quería muchísimo, que cuando ella no podía se encargaban de ir a buscar a su niño, y cuando quería de tanto en tanto salir a cenar o a cualquier otro sitio, tenía a Megan y sobre todo a Wesley que se encargaban de Pol.

             Hacía tiempo que Lucía pensaba que Wesley era un chico excepcional. Con veintidós años recién cumplidos, era una persona muy madura. Acababa de terminar la carrera, y siempre estaba dispuesto a ayudarla a ella y a su hijo. Tenía como costumbre venir cada miércoles a hablar con su hijo, como mínimo. A ella le encantaba porque eso hacía que Pol se olvidara de todo y pasara buenos momentos. De hecho, aunque Wesley quizás no lo supiera, Pol estaba expectante cada semana a que llegara el miércoles. Era un chico atento, alto y de complexión fuerte, con una mirada tierna y amorosa, aunque a veces al principio pudiera resultar serio. Tenía una cara de buena persona y una sonrisa encantadora. Bajo su punto de vista, Wesley era como el buen vino, entraba suave pero luego te relamías de él en el paladar y te sentaba muy bien en el estómago. Sinceramente, creía que si no tenía novia era porque no quería, porque al menos si ella

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