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Capitulo 3,página 17

Capitulo 3,página 17

comprender mejor aún el comportamiento humano. Y cierto era que también estaba interesado en la psicología criminal, pero de eso ya tendría tiempo de darse cuenta de si le gustaba y de si valía para ello.            

Después de la reunión informativa se fijaron las fechas para las entrevistas con el doctor Álvarez, y a Wesley le tocó el lunes siguiente a las once y media del mediodía. Wesley no era de los que se esperaba con antelación lo que iba a decir, pero había circunstancias en los que la ocasión lo requería, y esta era una de ellas. Su currículo era bueno, acorde con lo que se pedía. En cuanto a las preguntas que le podían realizar, era evidente que serían las típicas, como que esperaba que le aportara el doctorado a él en su carrera profesional, que rama del psicoanálisis le interesaba más o que obstáculos creía que podría tener. Lo que estaba claro también es que con la labia que tenía el señor Álvarez, no le sería suficiente cualquier respuesta. 

- Menudo partidazo, eh!-dijo Emilio.

- Sí, ha estado bien-corroboró Wesley.

- Lástima que hayamos perdido-dijo Pedro-. El tío este-dijo señalando a Wesley- pilla la pelota, mete el pepino y para adentro. Y encima al final del partido habéis tenido un poco de suerte.

- La suerte de los campeones-dijo Wesley-. Pero bueno otro partido quizás la tengáis vosotros.            

A Wesley le encantaba hacer deporte, y especialmente el fútbol. Solía jugar como mínimo una vez por semana, y creía que en muchas ocasiones la manera como se comporta uno en el terreno de juego refleja su verdad personalidad. En lo que se refería a él, era un líder dentro del terreno de juego. Su posición favorita era en el centro del campo, destruyendo y construyendo juego. Tenía una resistencia impresionante, era rápido y fuerte, poseía un buen pase y un disparo excepcional. Su defecto era que, pese a su altura y su presencia física, no se imponía en el juego aéreo. Pero era su amor propio lo que hacía que no diera un balón perdido y que se creciera y buscara la pelota cuando su equipo estaba debajo del marcador. Aunque no carecía de técnica, nunca sería un Maradona, pero en coraje y en garra no le ganaba nadie.

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